Grigori Kózintsev

En uno de sus artículos, recordando a su madre, Chaplin describió cómo ella estaba de pie durante horas mirando por la ventana al callejón sin salida de Kennington Road. Todo lo que veía se reflejaba en su rostro, en su mímica. Al observarla, Chaplin aprendió qué personajes pasaban por debajo de la ventana y qué les había sucedido ese día. Chaplin heredó tanto el mimetismo como la agudeza visual de su madre. La diferencia es que él miraba por otra ventana. En lugar de mirar a un pobre callejón de Londres frecuentado por la misma gente un día tras otro, miraba la vida de su tiempo. Su genio reflejó lo que observaba: desempleo, crisis, guerra y fascismo. Es decir, su época.

Chaplin tuvo muchos imitadores. Todos intentaron diseccionar su arte y encajar las piezas del rompecabezas, pero sus esfuerzos fueron baldíos. Había payasos más divertidos que él y acróbatas más versátiles, pero no había nada en ellos que pudiera igualar la profundidad de Chaplin. El talento no es solo la raigambre espiritual del artista, ni el grado de su percepción; un verdadero artista es siempre como un sismógrafo detectando las sacudidas internas de su época.
Los imitadores de Chaplin eran capaces de producir fácilmente series y variaciones de situaciones cómicas, pero se extraviaban al intentar trasmitir su sentido de la realidad. Sin lo principal, la perspectiva, no quedaba nada más que payasadas.»

Grigori Kózintsev, 1959