Este artículo salió de este recorte de prensa:

Toros y niños –la trivial escultura del encierro– en las noticias de actualidad. Y al fondo, las noticias sobre Gernika 1937, lo que nos lleva al Guernica –el toro, el niño…– o, más bien, a la lágrima roja de Bergamín. Picasso –el genio, el monstruo–, de haber sido humano, hubiera dejado destruir el Guernica en 1937; pero tuvo la debilidad de ser Picasso y el cuadro sobrevivió. La historia es conocida. Dicen que cuando terminó el Guernica, Picasso llamó a algunas personas para que lo vieran. Lo que Joan Miró o José Bergamín contemplaron al entrar en el taller del monstruo fue una asombroso collage, una vidriera gótica de cerca de ocho metros de largo por tres y medio de alto en vivos colores. «El cuadro está debajo», anunció Picasso. Entonces, ese monstruo triunfante comenzó a arrancar las tiras de colores que envolvían el Guernica. Los allí reunidos vieron emerger algo raramente visto antes y difícil de ver después: la insoportable potencia del gris –del no color– para expresar el horror. Vieron Gernika –pero también Londres, Dresde o Vietnam bajo las bombas– en el Guernica. La pintura era entonces –años antes de convertirse en un póster de Picasso– tan insoportable, que en la Expo parisina del 37 los turistas le daban la espalda. Cuando el artista acababa de desvelar el horror, el azar quiso que un papelito rojo, en forma de lágrima, quedase pegado junto al ojo del niño que está bajo el toro. Picasso arrancó esa lágrima de sangre y la entregó a Bergamín. Bergamín debía pegar la lágrima roja en el cuadro el día de la inauguración del pabellón republicano. O mejor –pensó Picasso–: cada visitante debía acercarse a su pintura –ese presagio de todos los horrores venideros– y pegar en ella una lágrima roja. Pero eso –pensó después– destruiría el cuadro. Ni siquiera Bergamín pegó nada en el Guernica. En los trasiegos del exilio, José Bergamín perdió la lágrima roja. Dondequiera que quedase, se encuentra también el sentido del arte y el recuerdo insoportable de Gernika 1937.

Publicado el 27 de abril de 2007 en Diario de Noticias