Los moluscos son invertebrado muy blandos, del tipo del comisario Arbeloa, que se caracterizan por su adaptabilidad. La divisa del molusco, como la del comisario Renault –el de Casablanca– es: «Personalmente, me adaptaré a lo que venga». Existen más de 100.000 especies de moluscos, pero ninguna tan acomodaticia como el mejillón cebra, hoy de tanta actualidad. Al igual que la Fundación Arte Viva, recientemente afincada en Pamplona, el mejillón cebra, en vías de proliferar por el Arga, sale de la nada y ya te ha organizado una exposición de tres millones de moluscos –o de tres millones de euros, que tanto da: lo que importa es la capacidad de adaptación al medio y la rotundidad propagandística de las cifras–. Dicen que la palabra ‘mejillón’ viene del portugués. La Fundación Arte Viva también viene del ámbito portugués, si bien en Brasil no había podido brillar con el resplandor que ha alcanzado, nada más llegar –llegar en el año del santo y besarlo–, en esta California a toda máquina que es Navarra, según insignes sociólogos de la UPNA, de entre los que siempre destaca por su entusiasmo el profesor Gaviria. Don Mario acaba de pregonar que vivimos en Ebronia, una tierra de promisión en las riberas del Ebro. De promisión para el mejillón cebra que nos ocupa y fundaciones como las que acaba de ocuparnos. Fundaciones a cuyo patronato han ido a asentarse moluscos de tanta experiencia en el patronazgo cultural como don Fernando Redón –de la Fundación Oteiza, entre otras dignidades–, don Kosme de Barañano –de la Fundación Antioteiza, entre otras indignidades– o don José Pucho Vallejo, al que habrá que ir pensando en motejar con un alias más acorde con las circustancias, sea el Maridísimo o el Molusco. El molusco es un invertebrado simple que no consta más que de un cuerpo adaptable, cubierto de una concha muy dura. De ahí su resistencia e impasibilidad. Éste es el estado del mejillón, del que no creo que se hable en el debate sobre el estado la cuestión.

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