El espantajo –el espantapájaros– de la «antiespaña» agitado y sacado a paser de nuevo, por lo que se ve hoy y casi todos los días en la prensa. La reaparición, la resurección de la «antiespaña», de los viejos «demonios nacionales» a las puertas del tercer decenio del siglo XXI no viene de ayer, ni de las últimas elecciones, ni desde que a principios de este siglo sectores cada vez más amplios de la derecha carpetovetónica empiezan a reconocerse y reivindicarse como orgullosos hijos de sus padres y de la historia forjada por ellos, que es la historia de la dictadura franquista con todos sus mitos y patrañas. Eso viene de donde las palabras del escritor chileno Jorge Maradit aquí reproducidas indican (las imágenes son de Patricio Guzmán).
Inceíble pero ciero –salvo desmentido– que ciudadanos españoles del siglo XXI –exmilitares, que no custodios de las eternas esencias patrias ni vigías de Occidente–, cual soldadesca levantisca, anden agitando espantajos –el «social-comunismo», el «filoterrorismo»…– propios de la dictadura chilena de hace medio siglo o de los militares golpista españoles de hace un siglo. Pero no solo parece ser así. No solo tales señores exhiben en público su herencia más impresentable en sociedad, sino que incluso trasladan al jefe del Estado sus exigencias de forma imperativa. Como quien se tiene a sí mismo por el cirujano llamado a intervenir cuando él mismo considere que la salud del enfermo así lo exige.
