Entré en la biblioteca de Berriozar y según entraba vi entre las novedades un libro de Iosu Cabodevilla que se titula Vivir y morir conscientemente. Supuse, puesto que es un libro editado hace una docena de años, que el libro estaba entre las novedades porque alguien a quien Cabodevilla había hecho llegar algo de calor humano y profesional, quería corresponderle siquiera con un gesto cálido. Supuse que la presencia de ese viejo libro entre las novedades era el mensaje solidario dentro de una botella para el psicólogo al que la gerencia del Hospital San Juan de Dios ha despedido con la bajeza que se estila de unos años a esta parte, ahora que ese tipo de bajeza es más barata que nunca, se puede practicar con mucha impunidad y contando con la indefensión de quienes la padecen. Supuse, supongo que dentro de la botella había calor, un calor personal, y en este artículo muevo el agua por si así ayudo a que el mensaje de la botella llegue a su destino. Había ido a la biblioteca de Berriozar a por una película titulada La cuestión humana. Como no sigo series de televisión, me las hago a medida. Ahora veo una serie de películas que desde hace años recorren Francia con el despido como asunto de fondo. Entre ellas están las de Bruno Dumont, que suele rodar con parados; está Según Mateo, de Xavier Beauvois; Recursos humanos, de Laurent Cantet –está en la biblioteca de la Milagrosa–, en la que se trata de ver si un hijo será capaz de colaborar en el despido de su padre a cambio de lo que el padre siempre ha querido para el hijo: un puesto de ejecutivo en su vieja empresa, y desde luego está La cuestión humana, que va sobre el intensivo proceso de deshumanización por el que se termina tratando a las personas como material humano desechable cuando no impera más que la rentabilidad inmediata. Galbraith acertó a vislumbrar hace veinte años todo el frío que venía en lo que llamó la cultura de los satisfechos de derechas e izquierdas: indiferentes “liberales” a la derecha y, lo que da más frío, progresistas tan solidarios como poco decididos al menor gesto de calor.

 

Publicado el 14 de enero de 2011 en Diario de Noticias
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