La verdad es que ya no puedo expresarme en los periódicos. ¿Dónde podría escribir algo en Austria? Die Presse, por ejemplo, es un periódico subvencionado que se casa con todos los gobiernos. Por consiguiente, no les puedo mandar ya nada, y entonces van y dicen de mí no sé qué, como protesta o lo que sea, eso los elimina, por completo. No se puede enviar nada al Kurier o al Kronen Zeitung, no tiene sentido. Por consiguiente, no puedo dar ya nada mío…
Y si prefiero dar un rodeo, por Alemania, resulta también estúpido. Die Zeit se ha convertido en un periódico desmesuradamente tonto, tengo que decirlo, un periódico campechano en el que triunfa la vulgaridad, todo resulta muy difícil. Y Der Spiegel es la peor escoria que existe. Son gentes que, en chelines, nadan en miles de millones y no saben qué hacer con ellos. Hay redactores jefe que tienen unos ingresos anuales cinco veces superiores a los de nuestro presidente, pero que instigan a los pobres, instigan al pueblo, están siempre contra los de arriba. Y ellos tienen sus exmujeres y sus villas de techo de caña, repletas de cézannes y de mirós. Figuras inconsistentes, que se aburren con sus alpargatas en la playa. Todo espantoso. ¡De lo más horrible!
Mire, por ejemplo, Le Monde. Se cree que es algo. ¡Y es sólo algo estúpido! Las personas que hay allí son igualmente tontas. No es mejor sólo porque sea francés. Y en el Corriere della Sera sólo escribe ese estúpido, cómo se llama, ese tipo estúpido, tonto. Era un chico encantador hace quince años, pero hoy es imposible. Qué bobadas escribe, no hay forma, es imposible…