Treinta y tres: la edad Cristo y la de Godard a la altura de aquella película en la que los protagonistas batían el récord de Jim Johnson, el americano que “hizo” –ya que ver no pudo– el Louvre en nueve minutos y cuarenta y cinco segundos. Casi cincuenta años después de tan profético récord –a partir del que “se hace” un museo o una vertiginosa vuelta al mundo– habrá quien en estos cuatro días conmemorativos de la muerte de Cristo a los treinta y tres años haga un crucero por el Mediterráneo con treinta y tres escalas por lo menos. Un récord y un éxito, desde luego que social: ay del que no tenga ningún desplazamiento relámpago con el que deleitar a los demás. Otro éxito, menor e involuntario, pero a buen seguro que un éxito, será el de quienes, a falta de mejor periplo o cosa que hacer, se desplacen hasta el Museo del Carlismo. Otro éxito del Gobierno, claro, puesto que todas las visitas al museo serán contadas y presentadas por el consejero del ramo como uno más de sus infinitos aciertos. Si Barcina pagó sin pestañear tres, cuatro o cinco proyectos de museo saferminero y nunca vio necesidad de encargar un estudio de viabilidad del mismo fue por eso mismo: lo que cuentan son los éxitos y récords museísticos de días tan santos como éstos. Pero para éxito sin precedentes del Gobierno, el plan de treinta y tres medidas anticrisis del tándem Sanz-Jiménez que merced al gasto de treinta y tres millones de euros creará de la nada –o así se da ya por hecho– seis mil empleos. La de batallas que ganan algunos antes de librarlas. Que varias de las treinta y tres medidas del plan –cogidas por los pelos de otros planes, como el Renove o el de promoción de las tecnologías, y metidas para la ocasión con calzador– obtuviesen resultado, no digamos ya resultado duradero y no precario, sería milagro más que un éxito. Pero la creación de los seis mil empleos que nadie verificará se ha vendido antes de materializarse como un hecho consumado. Diga usted amén o treinta y tres.

Publicado en Diario de Noticias
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