Raimon, en unas recientes declaraciones publicadas en una revista catalana, responde a las acusaciones de ser un cantante «obrerista» y de vivir como un «burgués» formu­ladas contra él por algunas personas o grupitos de perso­nas del país. La verdad es que hemos llegado a unos ex­tremos que son, sin duda, un tanto alarmantes. Mira que acusar a Raimon de «burgués» porque tiene coche… ¡Cuán­ta estupidez! Y Raimon, que es un buenazo, se toma la molestia de contestarles: «Para mí –dice– el coche es una herramienta»; Raimon necesita el coche para desplazarse a los distintos pueblos en que debe cantar. Vamos a ver: ¿son «burgueses» los médicos, todos los médicos, por el solo hecho de tener coche? ¿Son «burgueses» los periodistas, todos los periodistas, por el solo hecho de tener coche? ¿Son «burgueses» los españoles, todos los es­pañoles, por el solo hecho de tener coche? Vamos a ver: ¿qué es un «burgués», así, entre comillas? Ya me lo expli­caréis, guapos.
   Esas mismas consideraciones las exponía yo ayer ante dos chicos que se sentían defraudados ante la postura «claramente hipócrita» de su exlíder musical. Los chicos soportaron el chaparrón con paciencia y, cuando amainó, me dijeron, muy serios: «Pero es que Raimon tiene un Seat Coupé». «¿Un Coupé?, la cosa se complica», pensé yo. Si Raimon tuviese un 600 de segunda mano, de esos que pagas 10.000 pesetas de golpe y el resto a plazos, lo de la «herramienta» aún se aguantaría, pero un Coupé… Encendí un pitillo, despacito, para ganar tiempo. Pero, nada, el pitillo se terminaba y yo no les había ofrecido a los chicos ningún «argumento» que pudiese convencerles. Lo del Coupé me había chafado.

Entré en el bar de la esquina y pedí un coñac, y otro, y otro. Cuando iba por el quinto, llegó el Antonio, un cha­val de diecisiete años, natural de Logroño, empleado en la droguería de enfrente, y fan –fanático– de Raimon. Le conté lo ocurrido y se me echó a reír: «Dime, ¿qué di­ferencia ves tú entre un Coupé y un 600?», me espetó el Antonio. «Pues, verás, un Coupé es más lujoso, más caro, más, cómo te diría yo, más aerodinámico, más “pop”, más…». Eso le dije. El Antonio se partía de risa. «Oye, tú, ¿qué coche tiene el Serrat?», me ametralló el Antonio. «Pues, no sé, supongo que un “haiga” o algo así», dije yo. «Claro, hombre, claro; Raimon un Coupé y Serrat un “haiga”, ¿no te parece suficientemente claro? Mira, chico –siguió el Antonio–, vosotros los intelectuales siempre os liais. Dime, ¿cuánto cobra Raimon; cuánto cobra Serrat? Tú lo sabes tan bien como yo, entonces, ¿para qué tanta historia? Raimon en Coupé y Serrat en “haiga”, normal, tú, normalísimo. A menos que quieras comparar a Raimon con un “obrero”; “El obrero de la canción”.»
   Antonio es un tío listo, no cabe duda. Y un obrero, auténtico. A este no le lía ni Emilio Romero.

Joan de Sagarra