—O confundo tu forma de hablar y tu apariencia o tú eres el duende avieso y malicioso al que a veces llaman Robin.
—¿El que asusta a las jovencitas incautas en los caminos solitarios?
—¿El que consigue que no suban las claras por más que las batas? ¿El que no deja que la flor de lúpulo haga fermentar la cerveza?
—¿El que desnorta en la noche a los viajeros y luego se divierte con sus tribulaciones?
—¿El que ayuda y trae suerte a quien le sigue la corriente y le llama buen duendecillo, querido y muy gentil Puck?
—Decís bien. Yo soy ese jovial merodeador nocturno.