Primera paleta triunfal del ininaugurable y nunca inaugurado Reyno de Navarra Arena. Ambiente navarrísimo. A la derecha, a la pala, de gris marengo, Miguel Sanz Sesma («400 euros no dan ni para una cena»), ahora presidente de Autopistas de Navarra por designación de UPN y miembro de media docena de consejos de administración por designación directa de tipos como Enrique Goñi, nombrado en su día director de la luego completamente arruinada CAN por designación de Migel Sanz («Hoy por ti, mañan por mí»).
   A la izquierda, como corresponde a un izquierdista, también vestido del mismo gris al que da nombre la famosa batalla narrada por Stendhal, José Javier Esparza, el Renovador, si no el Reseteador. Aspira a la presidencia del Gobierno de Navarra y amenaza con mostrarse de salir elegido –al igual que el alienígena que ocupa el centro de la imagen–, intratable y navarrísimo.